Llevan 48 horas ocupando la Facultad de Historia e Xeografía, el emblema de las protestas estudiantiles en Compostela. Son en torno a 50 personas, la mayoría estudiantes. No han tenido tiempo a ducharse y menos de la mitad han podido dormir bien estos días.
Son las 9 de la mañana. Cuando llego están terminando de desayunar. Cuentan cómo ayer por la noche miembros de CCOO y UGT cerraron por la fuerza los bares de Porta Faxeira, en la entrada de la rúa do Franco. La mayoría no son activistas. Ocupan con el fin de crear una comunidad y tener un espacio en el que desarrollar actividades e informar sobre la reforma laboral. La ocupación ha sido de forma pacífica, para ellos es “unha forma máis de loita”.
A las 9 y media de la mañana se forma una asamblea en una de las aulas. Somos más de 80 personas. A ellos mismos les sorprende que seamos tantos. Alguien se acerca a la pizarra y explica la estrategia para formar los piquetes. El plan incluye 3 barricadas. Cada una tendrá un grupo que la forme y defienda. Se harán en Virxe da Cerca, rúa que bordea la zona vieja y pasa por detrás de la Facultad. Se escoge por cercanía y para poder escapar por el parque de Belvís, que está al otro lado de la calle.
La primera barricada va a recibir el encuentro directo con la policía, que llegará desde Plaza Galicia. Si detienen o cargan contra alguien, ellos serán los primeros. La forman los más veteranos y ninguno duda. La segunda es en la misma calle, justo después de la primera. El tercer grupo tiene que, nada más desalojar la Facultad, tirar los contenedores que unen Virxe da Cerca con la zona vieja.
Son las 11 de la mañana. CCOO y la CIG, Confederación Intersindical Galega, están haciendo piquetes. Es ahora cuando la policía está más dispersa. Aprovechan y desalojan la facultad con la cara ya tapada. Después de que volcar los contenedores, el tercer grupo se une al segundo. La primera barricada está llena de neumáticos y las llamas superan el metro de altura. La segunda, en cambio, no consigue encender. Pregunto qué pasa. Hay un desconcierto general. Se escuchan las sirenas de la policía. Todos saben que si esperan mucho para escapar, las barricadas se convertirán en su propia ratonera. Con inquietud y reiteración, piden un mechero. Alguien descarta la idea: No queda gasolina. Tampoco hay neumáticos, todos están en la primera barricada. La falta de organización queda al descubierto.
La primera barricada ya tiene a la policía encima. También está repleta la zona vieja. Sólo hay dos vías de escape: la propia rúa da Virxe da Cerca en dirección San Roque y el parque de Belvís. Santiago es muy pequeño, en poco tiempo estarán acordonados.
La piña que formaban el segundo y tercer grupo se divide. Una minoría pasa a defender la primera barricada. El resto huye por el parque con el pretexto de, una vez allí, re-organizarse. Nunca se habían dejado de escuchar las sirenas. Acostumbrada a no sentirlas tan cerca de mí, sin parar, quietas, a mi lado, noto como el nerviosismo aumenta. Desde la primera barricada empiezan a soltar petardos, bombas de palenque y arrojan a la policía cosas que no consigo distinguir por el humo. Nadie nos había contado esto. No sé qué más tienen. Me voy con la mayoría.
Mientras corren hacia el parque se van cambiando la ropa. Quitan las cazadoras y las ropas con las que tapaban la cara. Las mujeres también se sueltan el pelo. El aspecto es totalmente diferente. Algunos tiran la ropa que han usado a la basura. Caminamos. Al llegar al parque, suben por una cuesta a la casa de uno de los del grupo. Por primera vez vemos la chimenea de humo que sale desde el centro de Compostela.
En el piso cuento 15 personas. Comienzan a actuar los teléfonos. Dudo de si es prudente realizar llamadas justo ahora. Cogen el teléfono. Han llamado a una de las personas que se habían marchado a primera hora de la mañana, al considerar las barricadas demasiado arriesgadas. Están en la Plaza Roxa, esperando a que salga la manifestación organizada por la CIG, en donde participan diferentes grupos de carácter nacionalista, comunista, ecologista y anarquista. Se descarta una nueva actuación. Nadie se opone de forma directa.
Abandonamos el piso en grupos de 2 y 3 personas. Mientras caminamos hacia la Plaza Roxa vemos pasar un camión de bomberos. Me pregunto qué habrá pasado con el resto, si estarán bien y en qué ha beneficiado la actuación de la mañana. A lo largo de la manifestación, veo a personas que han estado conmigo en el piso. Ni siquiera nos saludamos.
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